jueves, 25 de abril de 2013

No sé.

Espero no ser la única persona que encuentra absurdo el hecho de que nos obliguen a escoger lo que queremos hacer el resto de nuestra vida en la que es, probablemente, la época en la que más cambiamos de un día para otro: la adolescencia.
Que a mí, con mis 15 años y un poquito me exijan que sepa lo que quiero hacer cuando tenga 24, me parece que no tiene sentido.
Mañana, la semana que viene, dentro de dos meses, o dentro de un tiempo probablemente no me guste como soy ahora. No me gustará ni el corte de pelo que llevo, ni mi estilo de vestir y, lo más probable, es que tampoco tenga las mismas metas.
Lo que hoy me puede gustar, el mes que viene me puede aburrir. 
Lo que nos están diciendo es que intentemos adivinar quiénes vamos a querer ser cuando cumplamos más años y empecemos la vida adulta-que es absurdo- ya que, como he dicho, mis gustos cambian según pasa el tiempo.
¿El resultado? Probablemente sea adultos trabajando en algo que no les guste, ya que la mayoría de la gente no tiene el mismo sueño durante toda su vida.
¿Las consecuencias de eso? Una sociedad infeliz, y una desdicha general.

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